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Tu trono, oh Dios, permanece para siempre;
    el cetro de tu reino es un cetro de justicia.
Tú amas la justicia y odias la maldad;
    por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros,
    ¡tu Dios te ungió con perfume de alegría!
Aroma de mirra, áloe y canela
    exhalan todas tus vestiduras;
desde los palacios adornados con marfil
    te alegra la música de cuerdas.

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